Mi maestro de Humanología Yoguica, Yogi Bhajan, hizo su tesis de doctorado sobre Comunicación y pudo desde su verificación definir claramente que es la comunicación consciente: “Es una práctica que crea una noción común con otra persona. El hombre es un animal social. Dios no puede vivir solo. Dios no puede crear otro Dios. Luego, Dios creó la creación. Así el hombre creó la comunicación. Eso es lo único común entre nosotros y Dios. Dios está en nuestro interior, nosotros somos Dios y nos comunicamos” Pero la pregunta desde este espacio de Conciencia hoy es: ¿A qué nivel nos comunicamos?, ¿Acaso alguna vez aprendiste que tu existencia es tu comunicación? ¿Qué tu proyección es tu relación? ¿Qué tú eres el poder?
En realidad no encontramos felicidad en nuestras relaciones porque nuestra comunicación no es efectiva, pues no está conectada con el propósito de nuestro ser. Por lo general nos comunicamos para impresionar a alguien desde nuestro ego, pocas veces nos comunicamos para relacionarnos con alguien.
Nuestra comunicación está limitada a la perspectiva de nuestra propia experiencia, no tiene la vastedad del alma. Desconocemos el arte de realizar preguntas eficaces, nunca nos hemos relacionado con el habla meditativa – a propósito del habla meditativa – les comparto una linda experiencia que tuve en una reunión con los principales representantes de nuestras comunidades indígenas de américa. Ellos decían que la palabra es como una flecha que sale y no tiene reversa, por eso ellos endulzan sus palabras con ambil, el extracto del tabaco, para que las palabras sean dulces y no dañen el alma de nadie. Humanamente podríamos decir que es vital que las palabras sean dulces, porque a veces se devuelven y tenemos que tragárnoslas.
Crear una disciplina de comunicación consciente es todo un arte que bien realizado nos permite ser creativos, felices y prósperos.
La palabra crea y es a través de la comunicación que transmitimos nuestra intención, la palabra tiene su propia psique, su propio campo magnético que determina su poder, sus efectos y la capacidad de ser escuchada.
A través de la maestría del silencio, podemos romper el mal hábito del ruido constante que habita en nuestra mente, tenemos demasiado parloteo interior, que acallarlo es necesario si queremos abrir espacios comunicativos asertivos.
“Cuando te vuelves Uno con lo que dices, la otra persona percibe lo que quieres decir y percibe que tanto tú como el infinito honrarán eso dicho”
-Yogui Bhajan-
Debemos cultivar el arte de la comunicación consciente si queremos cosechar abundantemente los frutos de las relaciones santas. Nuestra comunicación cuando viene del alma, es directa, sencilla y verdadera.
¡Namasté!